CARMEN SEVILLA

TEMPERAMENTO

– Rincón de Pepe Camacho –

TEMPERAMENTO@OUTLOOK.COM

PROHIBIDO COPIAR O DIFUNDIR TEXTOS O IMÁGENES SIN NUESTRA AUTORIZACIÓN POR ESCRITO.

CARMEN SEVILLA

BIOGRAFÍA CARMEN SEVILLA

Carmen Sevilla:

Con esa cara alegre y jovial de pícara ingenua, ese aire dulce y encantador, los ojos muy vivos y marrones, el bellísimo pelo rubio, la nariz graciosa y respingona, los pómulos muy pronunciados y el óvalo de la cara casi perfecto, redondeado y unos labios rojos y sensuales como los claveles de esta tierra y la sonrisa más alegre de España, Carmen Sevilla, clásica y andaluza, es la novia que todos quisimos tener en nuestra juventud…

Carmen Sevilla, vitalista y sincera, ruborosa e impulsiva, pero siempre desbordante de alegría, con esa voz nasal y silbante, aunque dulce y armoniosa, íntima y amable, temperamental y encantadora, con un atractivo cuerpo, nace en Sevilla, a las cuatro de la madrugada de un 16 de octubre de 1930, en los antiguos Hoteles del Guadalquivir (actual barrio de Heliópolis), siendo la segunda de los tres hijos habidos del matrimonio formado por los sevillanos Antonio García Padilla, contable de profesión y autor de numerosas letras, escritas a veces con el seudónimo de Kola, y que popularizaron Imperio Argentina en Morena clara, y Estrellita Castro en La gitanilla, entre otras tonadilleras, y de Florentina Galisteo Ramírez, dama de clásica hermosura y destacadas dotes naturales.

Su abuelo fue el ilustre periodista gaditano José García Rufino, redactor de El Posibilista, periódico moderado de la época. Don José, inquieto y avanzado, escribió, incluso, un libro de poemas, prologado por Salvador Rueda, y en Sevilla era conocido periodísticamente por su seudónimo: Don Cecilio de Triana.

Teniendo la niña cinco años se traslada la familia a vivir a la sevillana calle Feria, asistiendo Carmencita al Colegio de la Doctrina Cristiana, y a la academia de baile que muy cerca de su casa poseía el popular y pinturero maestro Realito, que fue su iniciador en el baile flamenco. Aquí se descubre la artista por entusiasmo y vocación, pues, según nos manifestó, cuando sentía sonar el organillo callejero, bajaba rápidamente a la calle y comenzaba a bailar instintivamente…

En 1940 marchan a Madrid, haciendo el padre compatibles su afición de letrista con su empleo burocrático, instalándose en un piso de la calle de la Chinchilla, matriculándose la niña, sin permiso paterno, aunque gracias a su abuela, doña Catalina Padilla Ragares, en el conservatorio, al par que estudiaba en el cercano Colegio de Ntra. Sra. de las Mercedes.

Ya su profesora de baile, Laura de Santelmo, la había bautizado artísticamente con el nombre de Carmencita la de Sevilla, para distinguirla de otras del mismo apellido.

Cierto día, mientras que Estrellita Castro ensayaba en un escenario madrileño La patria chica, junto a Pedro Terol, llegó la niña. Estrellita la llamó para que bailase unas sevillanas y, al gustarle, la incluyó en su cuerpo de baile, recorriendo con la compañía varias ciudades, y permaneciendo un año y medio, cobrando 25 pesetas diarias. Carmelita comenzó a interpretar canciones de su madrina artística, poniéndose sus propios trajes y saliendo al escenario con ella en primer término.

A los quince años, llena de gracia y donaire, es contratada por el Príncipe Gitano, cobrando ya ciento cincuenta pesetas diarias. En 1947, y gracias a la influencia de su padre, consigue un brevísimo papel en la película Serenata española, interpretada por Juanita Reina y Julio Peña. Entonces, pasa al cuerpo de baile del ballet que Enrique Castro y Paco Reyes montaron en el teatro Gran Vía, donde interpretó La Dulcinea de El Quijote.

Con quince años entra también en el ballet que dirigía el marqués de Montemar, donde se iniciaba igualmente Marianela de Montijo y Ana Esmeralda, actuando en el teatro Cervantes de Sevilla, con una función extraordinaria: Rapsodia andaluza, «espectáculo de calidad incomparable de J. Montemar», en honor de los jugadores del equipo argentino San Lorenzo de Almagro, y ofrecido por el campeón de Liga de 1946, el Sevilla F.C. Aparte de la actuación de la artista escandinava de la danza, Ayo, figuraban la propia Carmen Sevilla y Ana Esmeralda, y un gran Fin de Fiesta, en el que tomaron parte destacadas artistas de la localidad, como Imperio de Triana, Marujita Bustos, Lolita Sevilla y <>.

Pero, disuelta la compañía, pasa unos meses de inactividad, hasta que en 1948 conoce en Valencia a José Ángel Ezcurra, director de Triunfo, que la recomendó para una película que en Madrid rodaba una productora mejicana, con Jorge Negrete, ídolo de la canción ranchera. Carmen firmó un contrato de siete mil pesetas y al final del rodaje, le regalaron los vestidos, siendo la principal protagonista de Jalisco canta en Sevilla, dirigida por Fernando de Fuentes. Así, con este primer paso, junto a su exquisita belleza, su fresquísima juventud, su requebrado candor, su incomparable sonrisa y su amor al estudio, le abrieron las puertas del éxito.

En 1963 hizo Crucero de verano, nuevamente con Luis Lucía; realizando asimismo papeles folklóricos en Camino del Rocío, con Arturo Fernández, y bajo la dirección de Rafael Gil, y en donde interpretaba nuevas canciones de Augusto Algueró y A. Guijarro —además de las Sevillanas de la Feria, de Rafael de León—, como: Todo tu amor; Los gitanillos y especialmente la alegre rumba Cariño trianero.

Este mismo año rueda Operación Plus Ultra, de Pedro Lazaga, y en 1967: La guerrillera de Villa, junto a Vicente Parra y bajo la dirección de Miguel Morayta, donde interpreta varias canciones —ya clásicas de nuestro folklore-, como La Adelita, Jesusita en Chihuahua, La Cruz de mayo, y singularmente, Carmen de España, que Quintero, León y Quiroga crearan especialmente para Juanita Reina, y que Carmen había popularizado en la película Requiebro.

Pero Carmen no ha querido estancarse solamente en la canción folklórica; ha salido de este campo con sus nuevas comedias musicales, con sus galas arrevistadas, siendo la principal innovadora de nuestra canción.

A Carmen, como a todas las mujeres famosas, le han adjudicado también una serie de amores y amoríos, noviazgos y romances, como con Yul Brynner o Frank Sinatra, cuando en 1956 rodó en Hollywood A Spanish affair (Aventura para dos). Mas esto sólo fueron rumores, porque ella sale al paso confirmándole a su gran amiga, la excelente fotógrafa cordobesa Araceli: `Yo sólo he tenido tres grandes amores: Carlos Arruza, Augusto Algueró y Vicente Patuel’.

A más de aquel casi desconocido industrial valenciano, Ricardo Fuster, que durante cinco años fue novio formal y que la llevaba todos los viernes a visitar al Cristo de Medinaceli, en Madrid, pero con el que terminó al empezar Carmen papeles atrevidos en el cine… Hablaron también en 1948 de sus amores con el gran cantante mejicano Jorge Negrete, y en 1953, con Jorge Mistral, siguiéndole en la terna otro mejicano: el torero Carlos Arruza. «No me casé con Carlos Arruza —declaró al entonces periodista de Interviú Jesús Mariñas— aunque estaba colado por mí. Yo era una cría. Estaba de Dios que no. Era mi destino ser la esposa de Augusto. Yo soy muy del destino y muy de lo de matrimonio y mortaja del cielo baja. ¿Si tuve amores no correspondidos? No lo entiendo… No he tenido esas tragedias… Estuve liada con España entera sin acostarme con nadie. No sé si quise más de lo que me quisieron… Tampoco sé si lo nuestro falló porque había celos artísticos. Es una incógnita. No lamento lo vivido con Augusto. Lo dejamos a tiempo y me dio un hijo maravilloso. Pudimos haber tenido dos o tres más. Yo los anhelaba, pero no pudo ser por causas que algún día descubriré. Tuve varios abortos. No tener más hijos es la gran frustración de mi vida. Un trauma, yo los quería…».

La amistad de Carmen con las folklóricas es excelente, con Paquita Rico, Marujita Díaz… teniendo cierta predilección por Lola Flores, su comadre, la que dice: «Lola para mí es la única».

Una de las últimas actuaciones de Carmen fue en la primavera de 1984, en el espectáculo Arte, donde bordó canciones de ayer, de hoy y de siempre, junto a Conchita Marques Piquer, María Jiménez y Remedios Amaya, presentándose en el teatro La Latina de Madrid, y posteriormente en el desaparecido Álvarez Quintero de Sevilla.

Tocada con una redecilla goyesca sobre su pelo, el 5 de septiembre de 1985 se casaba en la sencilla sala del juzgado de distrito de Arcos de la Frontera (Cádiz) con el industrial y ganadero Vicente Patuel. La vida sentimental Carmen tomaba nuevos cauces, lo que siempre es signo de voluntad, de lozanía, de superación, de amor.

Carmen Sevilla sigue siendo una española clásica, una auténtica Carmen de España, manteniendo aún más ese encanto ingenuo y esa delicadeza de sus primeros años, conservando esa belleza primitiva, pues parece que el tiempo pasa por ella, ya que se conserva físicamente extraordinaria, bella y elegante; una belleza que se mantiene inalterable, tan inalterable como la belleza de su alma.

Nuestro agradecimiento a Daniel Pineda.

TEMPERAMENTO
«PORTAL DEL ARTE ANDALUZ»
(RINCÓN DE PEPE CAMACHO).

CARMEN SEVILLA

TEMPERAMENTO
«PORTAL DEL ARTE ANDALUZ»
(RINCÓN DE PEPE CAMACHO).